Antes de irte de vacaciones, piensa en volver a la nueva normalidad.

nueva normalidadLlevamos muchos años ya, envueltos en la crisis. Todos deseamos volver a la normalidad.

Esta crisis ha dejado al descubierto muchas cosas, pero sobre todo, ha puesto en evidencia conductas y procesos que se han revelado carentes de todo valor ético y moral.


Marco Tulio Cicerón
decía que “el pueblo que ignora su historia, está condenado a repetirla”. Por eso quiero compartir contigo esta reflexión, antes de irnos de vacaciones:

En el siglo XVIII comenzó una etapa que nos llevó a la revolución industrial. El ser humano se obsesionó por el tiempo. Tenía que superarlo con inventos de todo tipo. Vencer al tiempo, nos trajo la máquina de vapor, el ferrocarril…

El objetivo era hacer más, en menos tiempo. Hasta hubo quien fabuló con viajar a través del tiempo, como H.G. Wells.

Pasamos de tener el tiempo en el bolsillo, como gesto de dominación, a tenerlo atado a la muñeca, como símbolo de esclavitud.

revolucion industrialEn la economía, los inventos se emplearon sin criterio alguno de moralidad: las máquinas de vapor, sustituyeron a miles de personas. Daba igual que los pobres pasaran hambre. Había que ahorrar tiempo para ganar dinero. El tiempo tuvo una digestión muy pesada en la economía, hasta la indigestión de 1.929: una de las crisis económicas más profundas de la humanidad.

Serenadas las primeras embestidas de la novedad, el tiempo se abrió paso en el ocio, en cosas que, hasta ese momento, eran impensables. Cosas grandes y buenas. Surgieron nuevas industrias: fábricas de automóviles, de aviones… el hombre en la luna. La ciencia dejó de ser cosa de locos visionarios, para prestar servicio a la humanidad. El tiempo nos dio tiempo… pero costó.

¿Y ahora?

Blog-Garrigues_Abogado-internacional-sXXIEn el siglo XIX comenzó una etapa que nos ha llevado a la era de las comunicaciones. No bastaba con ir de aquí para allá, era preciso saber que hacían los de allá y… queríamos saberlo los de aquí.

Graham Bell inventó el teléfono, se inventó el Fax. Llegó la revolución de Internet. llegaron los teléfonos móviles: dejamos de llamar a los sitios, para llamar a las personas. Después los móviles con cámara fotográfica, “no te lo cuento, te lo enseño”. El Whatsapp… Las redes sociales mostraron al mundo las grandes mentiras de la humanidad.

En la economía, la comunicación trajo la globalidad, pero sin ningún criterio de moralidad. Se mintió con descaro para vender por Internet. Los activos tóxicos se difundieron por el ciberespacio, como grandes oportunidades de negocio. Vendieron humo a los ciegos de avaricia que, con eufemismo, los gurús de la economía llamaron  “especulación”.

CRISIS DE VALORESHasta que estalló la crisis.

La falta de valores ha causado de nuevo una crisis mundial en la economía, pero esta vez, lo ha hecho través  de un mercado globalizado y la indigestión de la novedad, ha revelado la falta de valores entre los gobernantes.

La economía europea se sustentó en mentiras. Había que tener una moneda única, sin importar que las cuentas de los estados miembros fueran falsas. Quienes tenían que verificarlo, miraron para otro lado en España, en Portugal, Irlanda… en Grecia. Sin embargo, los mismos que ayer miraron para otro lado, hoy imponen condiciones de exclusión, reprochando la mentira.

Hemos repetido nuestra historia por no recordarla.

 

La crisis dura ya muchos años. La gente necesita volver a la normalidad, pero evidente, no queremos volver a la normalidad de antes. Es necesario que nos planteemos una nueva normalidad, para no repetir la misma historia.

Una nueva normalidad sustentada en los valores éticos, como guía de conductas y procesos.

Una nueva normalidad empresarial que apueste por generar talento, en lugar de generar solamente dinero. «El human age institute«, es un buen ejemplo que apuesta por esta idea y es un proyecto ESPAÑOL.

En el mundo laboral, el intercambio de la ajeneidad, del simple trabajo a cambio de dinero, debe dejar paso a la iniciativa, a la apuesta por el valor. Los empresarios deben aprender ilusionar con su proyecto, a hacer participes del beneficio a quienes quieran trabajar con él y no solo para él. Si se quiere cambiar las castas empolvadas del “ellos y nosotros”, hay que fumigar las viejas polillas del parasitismo sindical que necrosan la economía. Se tiene que fomentar la integración del equipo, con la ilusión de un proyecto común.

Uno de los pioneros de esta idea fue Sergio Fernandez planteando  «El nuevo paradigma laboral«

 ¿Y en nuestra profesión?

El abogado del pleito, el abogado del lío, de papeles confusos, de enredos… hay que ventilar.

Cambiar radicalmente las ideas, empezando por nosotros mismo : por ti  y por mí.

7b58617549182f3ce70bf895c7226431_XLIlusionarnos con que tenemos mucho que aportar a los demás. Una función de la abogacía que ayude a crecer en los proyectos, a evitar los conflictos, en lugar de limitarse a resolverlos, a mediar pronto en las diferencias.

Las redes sociales gritan por un mundo más honesto y la práctica de nuestro trabajo, debe ayudar a conseguirlo.

Nuestra profesión se sustenta en la confianza. Pero, ¿Generar confianza con un clic, es posible? Supone comenzar por dar siempre un presupuesto. Por no limitarse a trabajar, para ganar dinero. La honestidad no se predica, se practica. La idea de una apuesta generosa: dar a cambio de nada, es el comienzo de la interacción en las redes sociales.

La abogacía debe dar paso al ejercicio de las tres “Es”: Experiencias. Expectativas. Emociones.

El cliente nos trae sus Experiencias.

Nuestro estudio le genera Expectativas.

Cuidamos de la persona, cuidando sus Emociones.

El cliente que vuelve a tu despacho, el que te recomienda a otro cliente, no es aquel al que le ganaste el pleito. Es aquel al que has cuidado emocionalmente: aliviando sus miedos y generando ilusiones.

Me dirás: ¿Y … ya está?

Si te lo cuento todo, tú… ¿que pones?

Crea.

Si quieres colaborar conmigo, ve pensando como mejorar nuestra profesión a lo largo del verano. A la vuelta compartiremos las ideas.

¡Felices vacaciones!

 

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